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Life isn’t about finding yourself, or finding anything. Life is about creating yourself. And creating things. (La vida no se trata de encontrarte a ti mismo, ni de encontrar nada. La vida se trata de crearte a ti mismo. Y de crear cosas.)
Bob Dylan
Hay algo que me llena de una mezcla de envidia y de nostalgia por un tiempo que no viví. Es esa sensación de que estamos en una época que parece haberse quedado sin músicos que puedan calar hondo en las próximas generaciones. Ya sea por su forma de ver y explorar el mundo, su sensibilidad artística o por su proceso creativo, son pocos los que llegan a convertirse en una voz que resuene con la misma fuerza sesenta años después.
Pero esta es la buena noticia: todavía tenemos entre nosotros a varios nombres que definieron una época. Artistas que le dieron voz a los anhelos, los miedos y la esperanza de muchas personas de construir un mundo un poco mejor que el que encontraron. Uno de ellos es Bob Dylan (Robert Allen Zimmerman), que, con su guitarra y sus palabras, nos recuerda que la música puede ser un refugio, una protesta y un espejo de todo lo que somos.

Elogio del Cambio
A Complete Unknown (James Mangold, 2024) es una película biográfica que se sumerge en la vida del icónico músico Bob Dylan, enfocándose en su transición del Folk hacia el Rock. Protagonizada por Timothée Chalamet y basada en el libro Dylan Goes Electric! (Elijah Wald, 2015), la historia se concentra en los sucesos más significativos de su vida entre 1961 y 1965, desde sus modestos inicios cantando en iglesias de Nueva York hasta su vertiginoso ascenso a la cúspide de la popularidad.
Así es como James Mangold explora un período específico de la carrera de Bob Dylan, y nos abre las puertas de una vida guiada por una sola constante: el cambio. Su forma de percibir el mundo, su resistencia a encajar en un molde y la manera en que se burlaba de la noción de celebridad lo llevaron a desarrollar una personalidad tan evasiva como magnética, y a reinventarse constantemente, desafiando al público pero también a sí mismo.

En este sentido, Dylan es como David Bowie: otro artista que desafió las expectativas del público y la industria, y se mantuvo fiel a su compromiso con la creatividad, en lugar de repetir fórmulas exitosas. Y es ahí, en esa rebeldía, donde radica su legado: no es lo que fueron, sino lo que se animaron a ser.
Técnica y Estética
Algo que celebro de A Complete Unknown es el cuidado y el cariño con el que se recrea la escena musical de Greenwich Village de los años sesenta, concentrándose en la atmósfera de una época que era un hervidero de creatividad y que dio lugar a los movimientos artísticos más variados y fértiles del siglo XX.
Sin embargo, lo más destacable de toda película es la interpretación de Timothée, quien ya se aseguró un hito en su carrera, logrando un Dylan que se siente propio y auténtico, atrapado entre el tradicionalismo y la revolución de una nueva contracultura. Y por si fuera poco, todas las canciones son interpretadas por él mismo, realmente el nivel de compromiso con el papel me dejó sin palabras. Bueno, casi, porque ahora estoy escribiendo esto.
También es interesante cómo la narración no se sostiene sólo en la figura de Bob Dylan, sino que se enriquece gracias a otros músicos de la escena folk de la época como Pete Seeger (Edward Norton), Joan Baez (Monica Barbaro), y Johnny Cash (Boyd Holbrook).

Otra figura clave en la vida de Bob Dylan fue su novia, la artista Suze Rotolo, interpretada por Elle Fanning en el papel de Sylvie Russo. Suze no fue sólo una musa; fue una fuerza creativa en sí misma, una presencia que inspiró algunas de las canciones más icónicas de Dylan, y que quedó inmortalizada en la famosa portada de su segundo álbum The Freewheelin’ Bob Dylan.

El diseño de producción también se lleva su cuota de aplausos, ya que no estamos ante la típica fetichización de los años sesenta que se puede ver en muchas producciones. Acá los detalles importan, pero no gritan. Por ejemplo, varios elementos icónicos, —entre ellos el Hotel Chelsea, hogar y semillero de artistas como Patti Smith, Janis Joplin y Leonard Cohen— están integrados de forma orgánica a la historia.

Me gusta cómo, desde el montaje, se deja en claro que el corazón de la película es la celebración de la música. Hay un muy buen manejo de los tiempos a la hora de agregar una canción, encontrando el momento justo para retener y soltar un estribillo que se muere por ser cantado.
Por su lado, la fotografía también juega un papel importante, reforzando la idea de Dylan como una personalidad evasiva, siempre vista desde una distancia segura por las personas que buscan acercarse a él, pero que, por cada paso adelante que dan, retroceden dos.

¿Te quedaste con ganas de ver más historias sobre la vida de Bob Dylan?
En mi cuenta de Instagram encontrás un listado de 5 películas y documentales relacionados con el universo de A Complete Unknown.
Play it F***ing Loud!
I ain’t gonna work on Maggie’s farm no more (Ya no trabajaré en la granja de Maggie) canta Bob mientras su Fender Stratocaster esquiva los gritos y el llanto del público en el Festival Folk de Newport de 1965, y como diría Marty McFly «I Guess You Guys Aren’t Ready For That Yet (But Your Kids Are Gonna Love It)».
Es curioso cómo los fans lo elevan a un pedestal para luego derrumbarlo sin piedad cuando Dylan empieza a tocar los primeros acordes de Like A Rolling Stone. Dicen que no hay mal que dure cien años, pero en 2025 todavía hay gente que se debe estar muriendo de vergüenza por algo que hizo sesenta años atrás.

Los Límites del Biopic
El resultado es un biopic disfrutable, bien hecha, muy limpia y correcta al clásico estilo de Hollywood, que parece tener miedo de ir un poco más allá y se conforma con rozar la superficie. Y ese es uno de los desafíos a la hora de hacer una película biográfica de alguien que sigue vivo: por un lado, siempre se puede contar con que aportará lo necesario para enriquecer el guión, pero, por otro, también está el riesgo de que su intervención limite la historia que se quiere contar.

Es una lástima que no haya sido bien aprovechada la figura de Bob Dylan, un artista con una personalidad contradictoria y llena de matices. Podría haberse logrado una historia con más profundidad, más madura y ambiciosa, con eso que hace que volvamos a ella años después y le encontremos nuevas capas de significado. Y ahí es donde la película falla, al no mostrarnos a un Dylan del que querríamos saber más, pero que nunca llegamos a conocer lo suficiente.
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