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I used to think that if none of your family or friends knew you were dead, it was like not really being dead. People can invent the best and the worst for you.
Before Sunrise (Richard Linklater, 1995)
Me gustan las historias de las personas que ya sea por lo que llamamos destino, serendipia, o bien pura suerte, supieron estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. La oportunidad haciendo las paces con la preparación. Como cuando en un concierto de The Who en 1974, el baterista Keith Moon cayó desmayado, y un fan subió a reemplazarlo. En mis libros, el tipo de persona más envidiable.
En 2007, el fotógrafo John Maloof pagó 380 dólares en una subasta por una caja llena de negativos de una fotógrafa llamada Vivian Maier. No sabía quién era ella ni con qué se iba a encontrar al revelar el material. Confiaba en que las fotos podrían ilustrar un libro que estaba escribiendo sobre la historia de la ciudad de Chicago.
Al llegar a su casa hizo lo que cualquier persona con un misterio por resolver haría: Googlear. Pero no hubo respuesta. La artista se había convertido en un fantasma.
Descubriendo a una Artista
El siguiente paso fue digitalizar los negativos. Al terminar se encontró con una serie de retratos en blanco y negro, paisajes urbanos, varios autorretratos, y diferentes escenas y personajes propios de las calles de Chicago y Nueva York entre 1950 y 1970.
John subió las fotos a un álbum de Flickr, y los comentarios no tardaron en llegar. Todos amaban las fotografías de Vivian.

La pregunta se repetía ¿Quién era Vivian Maier?, y ¿por qué nunca había revelado esos negativos?
Dos años después John volvió a buscar el nombre de la artista, y esta vez encontró un obituario.
Vivian había fallecido pocos meses atrás.
Convencido de que el mundo debía conocer su obra, se comprometió con la tarea casi arqueológica de descubrir a una artista del street photography.
Una Vida en Cajas
Su curiosidad lo llevó a las casas de las familias para las que Vivian había trabajado como niñera durante la mayor parte de su vida.
La figura de «la niñera fotógrafa» empezaba a tomar más fuerza. Una mujer que además de dedicarse al cuidado y crianza de varios niños, había viajado por el mundo fotografiando otras culturas, y que tras su paso por esta vida había dejado más de 150.000 imágenes sin revelar.

El rompecabezas estaba tomando forma, y gracias a los testimonios de las personas que habían conocido a Vivian, empezó el intento de reconstruir la identidad de una artista, recordada por sus conocidos como una mujer “extraña, privada y solitaria”.
El misterio de Vivian Maier se volvió tan interesante como su obra, y su nombre empezó a ser conocido en las galerías de arte locales, y más tarde en el mundo.
En 2013 John Maloof y el productor Charlie Siskel estrenaron el documental “Finding Vivian Maier”, en un intento por descubrir a la mujer detrás de la cámara.
Buscar lo que no Quiere ser Encontrado
Gracias a John Maloof ahora el mundo conoce la obra y el legado de Vivian Maier. Hubiera sido una lástima que todos esos negativos hubieran desaparecido, o caído en unas manos menos amables.
Por otro lado, si bien la historia me parece interesante y el documental supo mantener mi interés, me dejó pensando en si una persona tan privada como Vivian, habría querido ser descubierta y si estaría de acuerdo con todas las suposiciones que se hicieron sobre ella.
Después de todo estamos hablando de alguien que dedicó su vida entera a mantenerse alejada del escrutinio de la mirada ajena, que se inventaba nombres, que no hablaba de su pasado y que cuando le preguntaban sobre su vida, o su familia, su respuesta era “soy una espía” (justo lo que un alguien querría oír si busca una niñera para sus hijos).

¿Disciplina o Devoción?
Vivian usaba una cámara Rolleiflex, que a diferencia de las cámaras actuales que nos obligan a mirar por el visor y apuntar a lo que queremos fotografiar, para encuadrar la imagen con la Rolleiflex hay que mirar hacia abajo. Me pregunto si esta forma de hacer fotos sin mirar de frente, creando una distancia entre la fotógrafa y la escena, hace que el acto sea menos intrusivo. Quizás por eso Vivian debía sentirse cómoda fotografiando desconocidos en la calle con tanta naturalidad y soltura.

Lo que más intriga a John y al resto de las personas que la conocieron, es el hecho de que Vivian haya sostenido una pasión durante tantos años, sin llegar a convertirla en una mercancía.
Esa es la incógnita central en “Finding Vivian Maier”.
«¿Por qué no mostró sus fotos? ¡Podría haber sido famosa!«
La idea de alguien que se entrega por completo a una actividad sin una razón más allá del disfrute propio, sólo por el placer y el gusto de hacer, porque no puede limitarse a vivir, genera incomodidad.
Durante el documental, nos enteramos de que Vivian tenía la intención de exponer algunas de sus fotografías, pero que nunca había terminado de darle forma a la idea. La respuesta tranquilizadora que todos esperaban llega a John Maloof como un permiso para aflojar los hombros. La criatura de otro planeta era una humana que funcionaba bajo una lógica conocida y digerible.
Lectura recomendada: Be more confusing, actually
Es una sensación agridulce pensar en la figura trágica del artista valorado postmortem, pero ¿dónde queda el placer de celebrar una misma los propios logros?
Me maravilla pensar en Vivian haciendo fotos de forma casi obsesiva, aprendiendo y dominando el arte con la práctica continua, sin siquiera ver el resultado, disfrutando del acto de apuntar y disparar.
¿Avanzar sin detenerse a ver los errores o los aciertos? Más que constancia o disciplina, eso es devoción.

Hay en la obra de Vivian Maier una sensibilidad propia de alguien a quien no se le escapa lo que pasa a su alrededor. Una mirada que supo recortar la realidad con un cuidado especial en los detalles, en las emociones suspendidas, con un gusto por la ironía, y un sentido del humor propio para retratar la belleza y las miserias de la vida.
¿Cuál es el sueño? Escribir algo bueno, que sea mejor de lo que soy yo, algo que justificaría mis intentos e indiscreciones. Ofrecer alguna prueba, a través de un barullo de palabras, de que Dios existe. ¿Por qué escribo? Mi dedo, como un lápiz óptico, traza la pregunta en el aire vacío. Un acertijo familiar que me he planteado desde la juventud, algo que me privaba del juego, de los amigos y del valle del amor, presa de las palabras, siempre un poco desplazada. ¿Por qué escribimos? Irrumpe un coro. Porque no podemos limitarnos a vivir.
Devoción (Patti Smith, 2017)

Si te gustó esta crítica y análisis sobre Finding Vivian Maier (2013) entonces es un buen momento para perderte en la obra de esta artista desde su página oficial.
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