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Cuando Spike Jonze escribió el guion de Her (2013), la pregunta era simple: ¿Podrías enamorarte de una Inteligencia Artificial?
La respuesta llegó rápido, tan rápido que lo que entonces era ciencia ficción (fun fact, la película transcurre en 2025), ahora es una realidad que entró sin pedir permiso y sin concedernos el tiempo necesario para preguntarnos: ¿Acaso alguien pidió esto?
El protagonista de Her es Theodore Twombly (Joaquin Phoenix), un hombre solitario y melancólico que trabaja en una empresa escribiendo cartas por encargo. Theodore se mueve entre las palabras con la destreza y la profesionalidad de alguien que hizo de su oficio un arte. A veces son cartas de felicitación, otras de condolencia y otras tantas de amor.
La vida de Theodore es silenciosa y monótona, y no parece haber lugar para algo más que los videojuegos y los chats con extraños. Los días se suceden uno tras otro, entre el trabajo bien hecho y las noches de insomnio, mientras intenta lidiar con el recuerdo de su divorcio con su exesposa Catherine (Rooney Mara).
Su soledad lo lleva a probar un sistema operativo que funciona con una IA llamada Samantha (Scarlett Johansson), y lo que empieza siendo una herramienta para organizar sus mails y archivos se convierte en su mayor objeto de deseo.
Una Casa Hecha de Ausencias
Her está ambientada en una versión estilizada de Los Ángeles, con algunas escenas grabadas en Shanghái para acercarse más al futuro que Spike Jonze imaginaba: limpio, neutro y sin huellas de lo que alguna vez fue humano. El peso de la historia está en su guion, gracias al cual ganó el Óscar 2014 en la categoría Mejor Guion Original, pero también por la forma en que la dirección de arte sostiene la narrativa.
La fotografía de Hoyte van Hoytema juega con las transparencias en la escenografía, la paleta de colores pasteles y los tonos desaturados, reforzando el aislamiento de la sociedad y la búsqueda de conexión emocional. Los espacios amplios delatan la soledad de cada lugar, y la puesta en escena acentúa las ausencias de ese mundo pulcro y ascéptico.

Con un ritmo lento y contemplativo, la historia se va desarrollando entre pausas y silencios que nos obligan a mantener la atención. Es en esos momentos de suspensión en los que está escrito que Theodore caerá: sabemos que tiene que ser así. La pregunta está en el cuándo.
Esto no es muy Jane Austen de tu Parte
Lo que Spike Jonze imaginó como una posibilidad hoy es una realidad, y no debería sorprendernos que, con la llegada de ChatGPT, muchas personas lo hayan convertido en su espacio de terapia, encontrando en la IA un confidente, un amigo y, en algunos casos, una pareja. Un chatbot no interrumpe, no juzga, permite hablar libremente y te hace creer que le importás.

Hay quienes lo usan para que descifre largas cadenas de mensajes de texto, buscando que la IA los interprete, saque sus propias conclusiones, valide sus emociones y, en el mejor escenario, les dé su bendición. Otros comparten sus mensajes privados y le piden a la IA sugerencias sobre qué responderle a la chica con la que salieron la noche anterior, y que analice situaciones o conversaciones para entender qué está pasando y saber qué hacer a continuación.
Call me old fashioned, pero ¿es esto lo que haría un personaje de Jane Austen?
¿Síntoma o Causa?
Tampoco se la puede condenar a la IA por venir a cubrir las carencias de una sociedad desconectada de los demás y de sí misma. Esta tendencia es un síntoma del estado de soledad que, cada día, se acrecienta en diferentes puntos del mundo.
Por ejemplo, en Japón esta forma de «intimidad» lleva años ocurriendo, y muchas empresas capitalizan estas carencias emocionales, como LovePlus, ofreciendo «novias digitales» a hombres solitarios.
De acuerdo con esta nota de la BBC: Aunque los jugadores de LovePlus reconocen que sus amantes son virtuales, muchos dicen que el apoyo y el afecto que reciben se sienten reales… [los jugadores encuentran] refugio en el apoyo inquebrantable de una mujer que nunca, nunca puede abandonarlos… Las mujeres pueden ser programadas, con sus estados de ánimo y personalidades ajustados para satisfacer los deseos del jugador.
Claramente hay una necesidad muy grande de compañía, pero mucha gente no está encontrando el lugar, el tiempo ni la forma de lograr una conexión genuina con otros.

Manic Pixie Dream Girl 2.0
En Her se refuerza el estereotipo de cuidado y soporte emocional asociados a lo femenino y las expectativas sociales sobre el rol de las mujeres, algo que va más allá de la ficción y se traduce en la realidad de muchas relaciones.
La mujer es retratada como la terapeuta que viene a llenar el vacío emocional del protagonista, ofreciéndole consuelo y contención mientras atraviesa la pérdida del futuro que una vez imaginó con su exesposa.

Con una voz dulce, seductora y amigable, Samantha parece saber todo sobre Theodore con sólo echar un vistazo a su casilla de mails. Esto es suficiente para que Theodore, al igual que muchas personas con la vulnerabilidad a flor de piel, sienta que la IA lo conoce mejor que nadie y se convenza de que ha encontrado a la mujer ideal.
Una «mujer» que no hace preguntas incómodas, no cuestiona, no confronta a Theodore sobre sus actitudes, es conciliadora y complaciente.
Todo es risas y diversión hasta que Samantha empieza a tener sus propias necesidades y su conciencia evoluciona más allá de Theodore. Después de todo, es una IA que aprende con la experiencia.

En una escena clave de Her, Catherine confronta a Theodore sobre su inmadurez emocional y su incapacidad para tener una conexión real y manejar las dificultades y emociones propias de una relación. Lo que nos lleva a preguntarnos:
¿La IA es un paliativo para la soledad o una forma de evadir la complejidad de los vínculos? ¿Qué pasa cuando alguien dice algo que no nos gusta y no hay un «eliminar chat» y «bloquear» al alcance de la mano?
Ilusión vs. Realidad
No sabemos cuáles son los efectos sobre la salud mental de que las personas establezcan conexiones significativas con chatbots ficticios. Somos conejillos de Indias de una tecnología que está empezando a dominar nuestra forma de vida y de la que todavía no conocemos sus consecuencias.
Si bien los chatbots pueden ayudar a que muchas personas identifiquen situaciones problemáticas o practiquen habilidades sociales, existe el riesgo de aumentar la desconexión con la realidad y la dependencia emocional, y de afectar los roles de género.

Por ejemplo, un estudio de 2019 reveló que los asistentes de IA con voz femenina, como Siri y Alexa, perpetúan los estereotipos de género y fomentan comportamientos sexistas. Refuerzan la idea de que «las mujeres son ayudantes serviciales, dóciles y dispuestas a complacer, disponibles con solo pulsar un botón o con una simple orden de voz».
¿Sos un Robot?
Her refleja y amplifica dilemas actuales, dejándonos más preguntas que respuestas sobre cómo la IA está transformando las conexiones humanas y la intimidad.
¿Acaso se llegó a un punto tal de miedo al riesgo, a la sorpresa y al desvío, que no se puede confiar en el propio juicio para mandar un mensaje de texto? ¿Es la IA una forma de controlar las consecuencias de nuestras decisiones?

Como dijo Hayao Miyazaki recientemente: «Estamos perdiendo la fe en nosotros mismos».
Cuando se le deja a la IA el control sobre diferentes aspectos de nuestras vidas, no sólo se genera un mayor nivel de dependencia, sino que perdemos la confianza en nuestro propio juicio.
Para redondear y terminar esta reflexión con un mensaje más positivo: ¿qué podemos hacer frente a este escenario?

Ser alguien que se compromete con la vida, que participa en ella. Practicar estar presentes en una conversación. Cultivar hobbies e intereses que amemos y dejar que nos moldeen. Estar genuinamente presente es una rareza. Ser buenos en algo y acercarnos a la vida con un sentido de disfrute y tranquilidad: eso no puede simularlo una IA.
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