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«Nos contamos historias a nosotros mismos para poder vivir»
Joan Didion (The White Album, 1979)
Me gustan las películas que están hechas de contrastes. Algunas los trabajan desde la fotografía, otras los construyen desde el guión o las actuaciones, y están las que, como The Florida Project logran hacer magia mezclando los tres.
Crítica de The Florida Project
The Florida Project (Proyecto Florida) es una película dramática de 2017, dirigida por Sean Baker.
La historia sigue a Halley (Bria Vinaite), una madre soltera, y a su hija Moonee (Brooklynn Prince), de seis años, quienes viven en una habitación del complejo de Moteles Magic Castle, en Orlando, Florida, a las afueras de Disney World, mientras explora la inocencia infantil en contraste con la dura realidad de los adultos.

En The Florida Project hay un interés por retratar la situación socioeconómica de quienes viven en el Magic Castle, a pocos metros de Disneyland, y a la sombra de las fantasías creadas por este ideal del mundo mágico, la tierra donde los sueños se hacen realidad. Sin embargo, como Moonee, saben que están lejos de alcanzar esa fantasía y que, para ellos, no hay un tesoro al final del arcoíris.
El arte de encontrar Belleza en el Caos
La narración de The Florida Project está construida desde la perspectiva de Moonee, durante un verano en el que vive diferentes aventuras con sus amigos, en un lugar que está a pocos minutos del “más feliz de la tierra”, pero que dista mucho de serlo.
Para Moonee, el Magic Castle es su mundo mágico, y ella es la princesa a la que nada malo le puede pasar. Su mirada cargada del asombro e inocencia propios de una niña, es el recurso preferido de Sean Baker para conciliar el mundo de las tribulaciones y problemas de los adultos, marcados por la pobreza y la exclusión, y el de los niños, con la inminente pérdida de la inocencia.

Moonee y sus amigos crean su propia realidad de juegos, historias y aventuras, desafiando el orden y encontrando refugio frente a la amargura y las miserias del mundo adulto. El humor, el vigor de la infancia, la inocencia, y la imaginación se unen en su rechazo a la autoridad.
La mirada infantil transforma lo feo en placentero, y un día de calor se convierte en un helado delicioso.
Técnica y Estética
Si tuviera que decir qué sabor tiene The Florida Project, diría que es un helado de crema de frutilla con un toque de limón: dulce, pero con un dejo ácido.
Sean Baker, junto con el director de fotografía Alexis Zabé refuerzan la mirada infantil que todo lo embellece y lo convierte en una aventura, logrando que los lugares por donde se mueven Moonee y sus amigos, estén y se sientan vivos en sí mismos. Como por ejemplo, eligiendo una paleta de colores saturados, en los que predominan los violetas, verdes y rosados.
La película fue filmada en 35mm, con algunas escenas grabadas desde un iPhone, un guiño al estilo que Baker ya había explorado en su película anterior, Tangerine (2015).

Hay una cualidad muy propia de los directores de La Nueva Ola Francesa, como Jean-Luc Godard, que hace que The Florida Project sea una historia íntima y sensible, pero al mismo tiempo vibrante. En lugar de tejer una trama alrededor de un clímax emocional, estos directores elegían mostrar el espíritu de los personajes, enfocándose en la espontaneidad, y los matices del comportamiento humano.
La Fragilidad de una Historia
La relación entre Halley y Moonee no es la típica de madre e hija; más bien se acerca a una dinámica entre hermanas. Esta dualidad en Halley la convierte, al mismo tiempo, en la mejor y en la peor madre.
Por un lado, busca la forma de ganarse la vida, mientras está al borde de perder lo poco que tiene. Se preocupa por el bienestar de Moonee, por darle la libertad para que se exprese, juegue con sus amigos, y explore el mundo, pero al mismo tiempo no logra ver el daño que, sin querer, causa a su hija y a ella misma, ni los peligros a los que la lleva su rebeldía.

Aunque está atrapada en un ciclo de pobreza, Halley se aferra a su identidad como madre amorosa y fuerte, incluso si a veces esa narrativa contradice sus acciones.
Otro personaje clave es Bobby (Willem Dafoe), el gerente del Magic Castle y la única figura paterna en la vida de Moonee. Bobby se esfuerza por ser un buen profesional, y cumplir con su trabajo sin perder la empatía, y la comprensión, siendo protector con los niños, pero manteniéndose firme entre la amabilidad y la autoridad.

Algo muy valioso para destacar es que Sean Baker no juzga a sus personajes en ningún momento. Los deja ser, los observa con una mirada sincera, mostrándonos la fragilidad de las historias que se cuentan a sí mismos, y el fino límite entre una forma de resistencia, y el autoengaño.
The Florida Project no sólo documenta la realidad de sus personajes; también la transforma en un símbolo de las profundas contradicciones del capitalismo y la marginalización. Sean Baker logra un delicado equilibrio entre la crítica social y la celebración de la humanidad, recordándonos que incluso en los momentos más duros, hay destellos de belleza.
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